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Dibujo de Olga Estrada Clavería |
El acebo o Ilex aquifolium recibe dicho nombre porque Ilex era el nombre romano de la encina y de la coscoja y el naturalista sueco Linneo se lo asignó también al acebo por el parecido de sus hojas; aquifolium quiere decir ‘hoja con espinas’.
El acebo tiene el porte de un arbusto muy denso y ramoso o el de un árbol que alcanza hasta los 12 m de talla. La corteza y ramas son grises y lisas. Las hojas son persistentes, simples, alternas, más o menos ovaladas y en general con el margen lleno de espinas. Miden hasta 8 cm de largo, son verde-oscuras y lampiñas por ambas caras, lo que las diferencia de las de la coscoja (Quercus coccifera L.), que son mucho más pequeñas y claritas, o de las de la encina, que son algo menores y tienen el envés aterciopelado. Tanto encinas como coscojas viven en ambientes mucho más secos que el acebo. Hay ejemplares macho y ejemplares hembra. Los machos tienen unas flores blanquecinas que suelen pasar desapercibidas, pero las hembras, tras la fecundación, producen unos frutos globosos del tamaño de un guisante, que son verdes al principio y tornan al rojo intenso al madurar.
En la Península es más abundante en la zona septentrional y a medida que se desciende en latitud se va acantonando en las serranías y áreas montañosas. Como requiere siempre de ambientes húmedos y umbríos, se cría en el interior de los bosques o en las laderas de umbría, tajos y hoces de montaña.
Figura en el catalogo de especies amenazadas de Aragón en la categoría de Interés Especial.
Jesús Calvo Betés en su texto titulado "Viejas piedras", publicado en la Revista de Andorra n.º 17 aporta este dato sobre una costumbre en la localidad de Ejulve relacionada con el acebo: "El Domingo de Ramos chicos y mayores se congregaban en la plazoleta de la ermita [de San Pascual Bailón], con sus ramos de boj o de acebo, cantando el Pueri hebraeorum".