La Ginebrosa
Aquí nos espera una de las guías de excepción, Dolores Altarriba, concejal del ayuntamiento. La primera visita es a la Casa Consistorial, pero mientras llegamos nos cuenta que a principios del síglo XVII, en 1613, el pueblo perdió parte de su término municipal al segregarse Aguaviva y Mas de las Matas, hasta entonces barrios de La Ginebrosa y que se constituye como Ayuntamiento en 1834 formando parte del partido judicial de Alcañiz.
La Casa Consistorial no puede esconder su origen medieval como atestiguan los arcos ojivales que dan a la plaza. El edificio se modifica en el siglo XVII, con arcos de medio punto y balcones con rejas de forja pero conserva un amplio zaguán y la cárcel. La rehabilitación posterior mantuvo la escalera, los techos de madera y la distribución de los espacios ocupados en la actualidad por la Casa de Cultura y la Asociación Cultural Tarayola entre otros.
La siguiente visita es a la iglesia parroquial dedicada a San Bartolomé, que como todas las iglesias de la provincia esconden agradables sorpresas. Al entrar nos encontramos con un espacio pequeño y acogedor en el que se mezclan dos estilos arquitectónicos, por un lado el gótico levantino del siglo XIV que se desarrolla en el ábside y en el primer tramo de la nave cubierto con bóveda de crucería y el resto que pertenece al siglo XVII de estilo barroco con bóvedas de crucería estrellada. La decoración de la iglesia corresponde a este último estilo.
Al salir nos fijamos en que la portada y la torre lateral también son del siglo XVII. Una vuelta por el ábside nos permite ver los contrafuertes que sujetan la cabecera, los elementos decorativos de figuras zoomórficas y un vano con tracería gótica.
La siguiente parada es el Centro de Interpretación del Urbanismo Medieval ubicado en el antiguo horno de pan. En él podemos conocer un poco mejor la forma de construcción de algunos de los pueblos con trazado de recinto amurallado defensivo como es el caso de La Ginebrosa y algunas otras peculiaridades como son sus masías, sus paisajes o parte de su historia. En la actualidad está en plena restauración ya que las últimas nevadas han hecho mella en la estructura. Entre panel y panel nos encontramos la boca del horno o los cajones para que repose la masa de pan.
En este punto nuestra guía Dolores nos propone subir a la nevera o bajar a los lavaderos. Escogemos la segunda opción. Al entrar descubrimos unos lavaderos con forma de L y un tipo de cubrimiento que recuerda a las domus romanas con su impluvium para recoger el agua de lluvia y almacenarla en una pequeña pila. En la actualidad están, casi en su totalidad, restaurados. La parte no restaurada conserva la fecha de 1816
Para llegar a la nevera hay que subir hasta la parte más alta del pueblo. Pertenece a la “Ruta de las Bóvedas del Frío” y se mantuvo en funcionamiento entre los siglos XVII y XX. Era de propiedad comunal y servía para abastecer de nieve al pueblo, utilizada casi como medicina. Con forma de tinaja gigante su planta es circular y está acabada con una falsa bóveda realizada por aproximación de hiladas de piedra.
El paseo de un edificio a otro nos permite percibir ese trazado medieval expuesto en el centro de interpretación. Pasamos por arcos pasadizos que comunican con el barrio de la judería o por el único portal de muralla que queda.
No podemos irnos de este pueblo sin probar las delicias de la panadería Borraz y Sancho. Hacen variedades dulces y saladas, pero vamos a probar las clásicas tortas de alma que no defraudan, con sabor dulce sin empalagar traen al paladar el sabor agradable de la calabaza y la miel.
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